Los
seres humanos ocupan un lugar sumamente interesante en el seno del esquema
cósmico de las cosas. Nuestros cuerpos físicos tienen las mismas
necesidades que las de todos los mamíferos. Para sobrevivir tenemos que
comer y necesitamos techo y calor. Pero, a diferencia de otras criaturas
de sangre caliente, también nos resulta necesaria una conexión
espiritual con el universo del cual formamos parte.
Las
primeras ciencias fueron la Astrología y la agricultura. En la mayoría
de las civilizaciones más antiguas (y en muchas de las modernas) estos
dos aspectos esenciales de la vida humana aparecen totalmente integrados.
Para la existencia física es fundamental el estudio de las posiciones de
los planetas y del Sol y la Luna por su relación con los grandes ciclos
climáticos de la naturaleza. Pero ¿es esta aplicación del legado
celeste el único significado que los planetas tienen para nosotros? ¿Los
conocimientos que tenemos sobre los cielos y el sistema solar sólo sirven
para satisfacer nuestra hambre fisiológica? ¿Dónde están nuestros
anhelos emocionales, mentales y espirituales?
La
humanidad ha de mirar hacia lo alto para calcular el mejor momento de
plantar y cosechar. Pero también ha de mirar hacia su interior para
comprender su propio ciclo de transformación, sus propios patrones de
crecimiento y sus propios métodos que le permitirán sembrar y cosechar
los premios de su evolución psicológica y espiritual. La Astrología
aporta unidad y significado a la relación vital entre el cultivo de la
tierra y el de nosotros mismos.
Los
planetas y las estrellas de los cielos, allá en lo alto, y nuestras pequeñas
vidas aquí abajo, en el tercer globo que gira alrededor del Sol, poseen
un nexo inseparable: en el
Cosmos todo es Uno. La Astrología es el medio para percibir esta
fundamental interconexión y la hermosa unidad de la vida.
Durante
muchos siglos, esta ciencia ha ido desarrollando un sistema de pensamiento
y una forma de responder a lo que parece el inexplicable caos de la vida.
La Astrología es muy antigua. Nosotros, los astrólogos, hemos completado
y perfeccionado horóscopos que fueron escritos en tablillas de arcilla
3.000 años a. De C., lo cual quiere decir que hace más de 5.000 años la
astrología ya era un estudio establecido, un código de comprensión
escrito.
La
Astrología posee su propio lenguaje. En primer lugar, y lo más
importante, es que ese lenguaje simbólico se representa a través de una
serie de jeroglíficos. Los astrólogos somos capaces de extraer una gran
cantidad de datos no sólo de estos símbolos y de los diseños que
forman, en especial, del mapa estelar que los jeroglíficos astronómicos
componen a partir de la fecha, hora y lugar de nacimiento. Este mapa se
llama “horóscopo”,”carta astral” o
“carta astral” y al descifrarlo, el astrólogo puede decir una gran
cantidad de cosas de la naturaleza de una persona, su carácter y destino.
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