En esta lección vamos a
abordar un problema de importancia considerable.
Aunque fuéramos capaces de tener sueños lúcidos
todos los días (o más bien todas las noches), esta capacidad tan
maravillosa no nos sería de ninguna utilidad si al despertar, los hubiéramos
olvidado. Por eso, y porque antes de aprender a volar hace falta saber
caminar, en esta lección aprenderemos varias técnicas que nos servirán
para recordar nuestros sueños todas las noches.
Muchas personas niegan poseer la capacidad de soñar.
Sin embargo, como han demostrado estudios científicos realizados con
electroencefalogramas, todo el mundo sueña entre cuatro y seis veces por
noche. La diferencia entre unas personas y otras, estriba solamente en la
capacidad de recordar dichos sueños.
El sueño sigue unas pautas de comportamiento cíclico.
Se divide en dos fases, fase NO-REM y fase REM, que es durante la que se
sueña. Estos ciclos duran aproximadamente una hora y media, y en cada
ciclo, la proporción de fase REM es progresivamente superior.
También debemos saber que sólo es posible
acordarse de los sueños si nos despertamos en medio de una fase REM, o
inmediatamente después.
Por ejemplo, si dormimos ocho horas exactamente, y
nuestros ciclos de sueño han empezado: el primero, al dormirnos; el
segundo a la hora y media; a las tres horas el tercero, a las cuatro horas
y media el cuarto, a las seis horas el quinto, y a las siete horas y media
el sexto, ocurrirá que nos despertaremos antes de que comience nuestra
sexta fase REM (que ocupa los veinte últimos minutos del ciclo), y nos
será muy difícil acordarnos de algo. Por supuesto, para cada persona, la
duración de los ciclos de sueño es ligeramente distinta, los cuales,
pueden variar entre una hora y media y dos horas.
La primera lección que debemos extraer es que tal
vez nuestros horarios de dormir y despertar pueden impedirnos acordarnos
de nuestros sueños. Si esto ocurriera, adelantar o retrasar el
despertador entre un cuarto de hora y media hora, debería resolver el
problema.
Incluso, si no tuviéramos la más mínima
flexibilidad sobre nuestro horario nocturno, podemos acordarnos de
nuestros sueños todas las noches, simplemente, concentrándonos al
despertar, intentando recordar lo que hemos soñado. Es muy importante que
sea lo primero en lo que pensemos. Si dejamos que algún otro pensamiento
o preocupación se cuele, perderemos el recuerdo de nuestros sueños.
Cuando vayamos a dormirnos, es fundamental
mentalizarnos bien de que, nada más despertarnos, lo primero que haremos,
será recordar nuestros sueños. Nos lo podemos repetir cincuenta o cien
veces cada noche, o hasta que nos quedemos dormidos. Si nos mentalizamos
lo suficientemente bien, descubriremos que, a lo largo de la noche, nos
despertamos de forma natural cuatro o cinco veces, una vez al final de
cada periodo REM. Esto le ocurre a todo el mundo pero por falta de
mentalización, no nos damos cuenta frecuentemente. En cada uno de esos
pequeños despertares nos pararemos a recordar lo que acabamos de soñar.
A partir de hoy y hasta el final del curso,
llevaremos un DIARIO de nuestros sueños. Es muy importante tener al lado
de la cama un cuaderno y un bolígrafo. Este cuaderno servirá
exclusivamente como diario de nuestros sueños. Nada más despertarnos,
tanto al final de la noche como en medio de ella, haremos memoria y
apuntaremos en el diario, todo lo que hemos soñado con el máximo grado
de detalle. Incluso, si solamente recordamos un olor, un color o una
palabra, lo apuntaremos en el diario.
Llevar un diario de sueños es fundamental e
imprescindible para alcanzar el control de los mismos. En pocas semanas
observaremos que cada vez los sueños que escribimos, tienen mayor
longitud y numero de detalles. En una palabra, con el diario (y sólo con
el diario) alcanzaremos a recordar, diariamente, nuestros sueños. |